Hemos tratado ampliamente en este blog las aplicaciones de la impresión 3D en el sector de la arquitectura.
Las posibilidades son enormes y a menudo ocupan, por su espectacularidad, grandes titulares.
Sin embargo, no es necesario pensar en construir edificios o puentes para que la tecnología de fabricación aditiva sea útil a un arquitecto, o a otros participantes en el sector de la construcción.
El arquitecto, en tanto que técnico acostumbrado a pensar en forma y función, ve con facilidad las ventajas de este método de fabricación, y encuentra con facilidad utilidades prácticas y claras para ella, tanto para cubrir actividades habituales como para expandir las posibilidades en su trabajo.
De hecho, lo más importante para trabajar con profesionales suele ser quitarles la idea de que la impresión 3D es lo que han visto tan a menudo en noticias y vídeos, que suele ser impresión 3D FDM, de extrusión de plástico.
Porque suelen necesitar otras tecnologías. Sin embargo, en arquitectura hay aplicaciones de valor desde las máquinas más pequeñas.
El maquetismo abre posibilidades gracias a la fabricación aditiva, e incluso las más básicas operaciones comerciales de muestra de inmuebles se facilitan con impresiones en ABS y PLA de bajísimo coste, facilitando la toma de decisiones.
A mayor nivel, no sólo el testeo conceptual (que permite entender y modificar ideas complejas desde las primeras etapas), sino el de materiales y componentes, se convierten en algo asequible para un estudio. Y cuando entramos en el prototipado ya andamos en el reino de las impresoras 3D.
A más alto nivel, se usan para el testeo de estructuras, materiales y componentes, e incluso permiten, directamente, construir, terminar el proceso.
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