El presente y el futuro de la fabricación aditiva como un proceso industrial capaz de sustituir a buena parte de los procesos más tradicionales están íntimamente ligados al avance en ciencia e ingeniería de los materiales.

No es casualidad que la buena salud actual de las tecnologías de impresión 3D más comerciales haya coincidido con la madurez en el conocimiento y aplicación de los materiales polímeros, muy fácilmente procesables y con buenas propiedades mecánicas en relación a su baja densidad, su ligereza.

En el presente de la impresión 3D las fantásticas propiedades de los polímeros los han convertido en la familia de materiales idónea tanto en ámbitos prosaicos como la decoración, como en ámbitos high-tech como la aeronáutica o la odontología, donde la exigencia a nivel de propiedades y de desempeño es fundamental.

Pero si las aleaciones de metales y la vasta familia de polímeros ya representan a un presente muy bien asentado de la fabricación aditiva, no hay que olvidar que las cerámicas y composites también están siendo utilizadas con éxito y a costes de inversión sorprendentemente bajos, abriendo el abanico de aplicaciones de la fabricación aditiva a prácticamente cualquier tipo de aplicación conocida.

Durante el último año hemos podido presenciar cómo tan sólo adaptando la tecnología de extrusión a las propiedades de las cerámicas y otros materiales cementados se han conseguido resultados sorprendentes a nivel de precisión de los acabados, abriendo una nueva puerta a la fabricación aditiva como tecnología a tener cada vez más en cuenta en ámbitos como la construcción o la industria ortopédica.

Es también muy destacable que estos avances en la conquista de nuevos materiales para su uso en fabricación aditiva hayan venido de la mano de actores tan dispares como son las grandes constructoras chinas, los punteros laboratorios universitarios de Estados Unidos o Gran Bretaña o pequeños laboratorios, distribuidos por todo el mundo, motivados principalmente por cuestiones ecológicas.

Y es que la fabricación aditiva no sólo está destinada a acompañar a la investigación más puntera en materiales avanzados: polímeros de alto desempeño, nuevas microestructuras de vidrio, fibra óptica, metamateriales, etc. Sino que además no hay ningún material tradicional, como por ejemplo el cemento o el hormigón, que no esté siendo hoy en día repensado por miles de emprendedores de la fabricación aditiva en busca de una mejora ecológica, económica o de nuevas propiedades mecánicas.

Ningún material está a salvo de la fabricación aditiva, por lo que cualquier avance en ciencia e ingeniería de los materiales vaticina, a su vez, un nuevo avance en fabricación aditiva y una nueva victoria sobre la industria tradicional. Pequeños y grandes empresas y laboratorios de todo el mundo nos sorprenden prácticamente a diario con mejoras e innovaciones.

La pregunta que cabe hacerse llegados a este punto es: ¿queremos ser espectadores pasivos de todo este aluvión de cambios o tomaremos las riendas del futuro y participaremos en el avance y asentamiento de la fabricación aditiva?

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