La vida y la salud son cosas importantes. Y las personas que se dedican a salvar vidas y cuidar la salud de otros han sido siempre muy apreciadas. Hasta aquí, todo muy obvio. Además: que tu trabajo implique colaborar con ellos es algo hermoso. Pero de ahí a decir que Tikoa se dedica a salvar vidas va mucho trecho. Y, como no acabamos de sentirnos cómodos cuando se sobredimensiona la importancia de lo que hacemos, pues tarde o temprano tocaba escribir esto.

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Estamos en medio de un proceso de cambio tecnológico y trabajamos con tecnologías que tienen aplicaciones muy interesantes y de altísimo valor, como podemos ver en el sector aeroespacial, en las bases del proceso industrial, en el desarrollo de ideas innovadoras. Quizá destaque, sobre todo, el sector médico, donde este tipo de fabricación marca una diferencia muy importante en puntos clave como la práctica quirúrgica o la formación. La capacidad para fabricar digitalmente con geometrías complejas y de forma personalizada aporta en el estudio de enfermedades raras, la bioimpresión avanza en costes y resultados; las prótesis mediante fabricación aditiva se van convirtiendo en habituales y permiten afrontar nuevos desafíos, y en sectores como la odontología los avances ya alcanzan para modificar la práctica diaria. ¿Marca la diferencia, entonces? Sí.

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Sin embargo, la ciencia de materiales marca la diferencia, la producción en cadena marca la diferencia, el transporte de mercancías marca la diferencia, Internet marca una inmensa diferencia… e incluso las buenas ideas y el respeto por el trabajo y las profesiones (que disfrutamos desde hace unos pocos cientos de años) marcan la diferencia. Y no decimos que todos los profesionales de esos campos salven vidas. Por otro lado, la impresión 3D se usa y se estudia como factor disruptivo en cuestiones armamentísticas. Y espero que no nos acusen por ello de matar gente.

Hace mucho tiempo que se salvan vidas «debido a que» la gente fabrica cosas. De hecho, la increíble riqueza que hay en el mundo – si lo comparamos con el mundo de hace apenas cuatro siglos – se debe a que la gente fabrica cosas cada vez mejores para solucionar sus problemas y los de otros, y a que las ideas de la libertad y del «dejar hacer» han permitido que la ciencia y la tecnología (que ya existían) exploten y cambien el mundo. ¿Qué ha ocurrido? Pues que (en mayor medida que en milenios anteriores) una buena parte de la humanidad ha entendido que es bueno respetar a otros. Han ocurrido la colaboración y la competición humanas. Ha ocurrido que hay científicos, y médicos, e investigadores, y ha ocurrido Internet. Las máquinas de fabricación aditiva, las impresoras 3D, sólo son lo más mediático de un inmenso entramado que sigue mejorando gracias a la buena y vieja división del trabajo con mucha más gente colaborando con menos trabas para hacerlo.

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Es agradable tener atención, pero la excesiva atención mediática nos hace flaco favor, confundiendo las expectativas y lo que realmente se puede hacer a determinado coste. Dedicamos mucho tiempo a analizar el sector y divulgarlo a través del OPTFAIN de forma pública y gratuita, porque confiamos en que la honestidad y el saber hacer nos reporten beneficios intelectuales, económicos y profesionales. Y, por suerte o por desgracia, parte de nuestro trabajo consiste en desmitificar y tratar de ofrecer un enfoque realista.

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