Hace ya tiempo, en uno de nuestros primeros posts, hablábamos de cómo la impresión 3D podía ayudar no solo a los humanos, sino también a la fauna. En aquel caso, los avances se referían a la medicina veterinaria, es decir, a la fabricación de diversas prótesis para ayudar a animales individuales.

Hace unos pocos días, sin  embargo, encontramos  un post de la divulgadora América Valenzuela en Cóctel de Ciencias,  donde se describía la curiosa estrategia de los conservacionistas para luchar contra los furtivos que roban los huevos de tortugas marinas en Nicaragua.

Como se aprecia en la foto del post que reproducimos aquí, estos huevos todavía están en fase de perfeccionamiento, y aún se ve que son falsos (a menos que los reptiles pongan huevos con el nombre del sponsor en relieve…), pero están trabajando para que su apariencia sea real, y así engañar a los ladrones que amenazan la reproducción de estas especies.

Huevos de tortuga impresos en 3D

A raíz de ese post, pensé en que hace ya unos años, un investigador del CSIC que además colabora con organizaciones ecologistas, me comentaba acerca de la posibilidad de fabricar dispositivos similares para aves, con el fin de estudiar sus hábitos de apareamiento y cría.

En aquel momento, me mostró un huevo que tenía por allí, fabricado en escayola, con un patrón en la superficie similar a los de la especie a estudiar.

Las dificultades que me comentaba, aparte de poder colocar los falsos huevos en el nido (sobre todo en el caso de las que anidan en riscos alejados, algo que podría conseguirse, quizá, con un drone especializado que hiciera la entrega de los huevos), estaban relacionadas con la capacidad de introducir el dispositivo dentro del falso huevo, que debía incluir una cámara, una batería de larga duración (para poder obtener datos sin ir a cambiarle la pila, con la molestia a los progenitores) y un mecanismo para que emitiera en streaming, y todo ello sin alterar la apariencia real del huevo en cuestión.

Así, una búsqueda de artículos científicos sobre el tema permite encontrar que ya se han realizado avances y que los usos de huevos impresos en 3d no solamente ayudan a las tortugas, sino que han permitido por ejemplo estudiar procesos de rechazo de las aves a sus propios huevos.

Lo de usar huevos artificiales para este fin no es algo nuevo, como se comentaba en el párrafo anterior,  pero la impresión 3D tiene mucho que aportar a este campo: gracias a ella, se podrían reducir los errores humanos, producir  variaciones más precisas del tamaño y la forma del huevo, y generar protocolos más exactos y replicables para generar estímulos que los métodos tradicionales.

En el caso del estudio mencionado, se comprobó que la especie estudiada, el mirlo (Turdus migratorius), frecuentemente parasitada por el tordo cabeza de café (Molothrus ater),  aceptaba los huevos coloreados miméticamente y rechazaba los que no lo estaban, pero no eran capaces de detectar cambios en el tamaño y la forma que caracterizaban a los huevos del tordo, de mayor tamaño .

Además, el artículo incluye un protocolo detallado para fabricar los huevos usando impresoras 3d personales.

La reacción del adulto al ver los huevos mimetizados (pintados de color azul verdoso, a  imitación de los huevos de mirlo) frente los no pintados (color beige, a imitación de los huevos de tordo) puede verse en el vídeo.

Un paso más adelante se ha dado en el Centro Internacional de Aves de Presa del Reino Unido, donde, como en otras organizaciones, estaban preocupados por el descenso de la población de buitres, posiblemente uno de los grupos más amenazados de aves del mundo, con cuatro especies que, en poco tiempo, han pasado de estar «bajo preocupación menor» a «en peligro crítico».

Las razones son varias, entre ellas el contagio por enfermedades, pero también el uso de determinados medicamentos, y hacen necesaria la cría en cautividad de estos animales, como lo hacen por ejemplo en el Centro de Cría de Quebrantahuesos en Cazorla.

El problema es que criar buitres no es igual a críar pollos de granja, sino que es mucho más difícil y requiere afinar mucho en las condiciones, para lo cual precisaban tener información sobre ellas.

Y es aquí donde entra la impresión 3D en juego, ya que Adam Bloch, del Centro Internacional de Aves de Presa se puso en contacto con Bin Feng, cofundador y CEO de una empresa llamada Microduino y ambos se embarcaron en un proyecto para construir su propio y particular huevo de buitre, un dispositivo electrónico basado en tecnología open source para monitorizar el proceso de incubación.

Microduino es una computadora de código libre, similar a Arduino o Rapsberry Pi, pero mucho más pequeña, tan pequeña como  una moneda de 25 centavos, a la que se pueden añadirse conectores magnéticos, cada uno con una función:

WiFi, Bluetooth, GPS,  amplificadores, sensores…

Computadora Microduino dentro de un huevo de buitre. Fuente: Microduino

Estos sensores proporcionan a los investigadores un gran número de datos: aceleración, rotación, ángulo, orientación… que permiten ver físicamente como el huevo es manipulado por los progenitores, de modo que se puede saber  con qué frecuencia lo giran, con qué velocidad, y las fuerzas que están implicadas.

También hay sensores de temperatura en la superficie, que permiten saber cuanto calor se aplica a través del contacto con los padres en la incubación.

Todo este flujo de datos se envía continuamente por conexión Bluetooth a un ordenador situado fuera del huevo.

Por supuesto, el objetivo no es solo aplicarlo a los buitres, sino que, como los creadores del «Eggduino» afirman, el éxito está relacionado con la capacidad de transferir la tecnología a otras especies.

De ahí que destaquen la importancia del código libre, para que cualquiera pueda coger la información, modificarla, y aplicarla a sus propios fines, o mejorar lo ya realizado, y de hecho Bing Feng ya ha publicado el modo de fabricar el huevo (en inglés, de momento no hemos encontrado artículos peer review sobre el trabajo).

Una visión más global

Por otro lado, la posibilidad de «observar» y conocer  a los animales salvajes también se beneficia de este tipo de estudios. Hemos de recordar que, hace no tanto, había que ir al campo para ver el animal, o capturarlo, o fotografiarlo.

Las trampas fotográficas son capaces de capturar buenas imágenes, pero los flash pueden alterar la conducta de los sujetos estudiados.

En cuanto a los drones, está aumentando su utilización, pero algunos científicos reconocen que el tener un aparato sobrevolando, por ejemplo, zonas de reproducción, resulta molesto para los animales, incluso dándose el caso de que un halcón atacara a uno de los drones, o que se haya descubierto un aumento en el ritmo cardíaco en los osos negros al ser sobrevolados por ellos.

El único método que parece no provocar problemas es la imagen por satélite, utilizada para seguir poblaciones de ballenas, elefantes y pingüinos.

Según la bióloga Nathalie Pettorelli, editora de la revista Remote Sensing in Ecology and Conservation, estas nuevas técnicas están suponiendo un paso adelante en el trabajo de los ecólogos, a la hora de observar la naturaleza de una forma cada vez menos invasiva, que realizada correctamente, puede conseguir gran cantidad de datos sin molestar a los organismos que pretende proteger.

Fuentes:

CBC radio y Wired