Hoy vamos a analizar las posibilidades de la impresión 3D en el diseño de modas desde una perspectiva lo más realista posible.

¿En qué medida forma parte la impresión 3D del futuro de la moda?

¿O se trata tan sólo de una exclusiva tendencia limitada a reducidos círculos de alta costura o experimentos extraños?

Daremos respuesta a estas cuestiones, haciendo un breve repaso de la situación de la impresión 3D en el mundo de la moda, en el que va ganando terreno poco a poco pese a que aún adolece de limitaciones importantes.

Haciendo una revisión de lo publicado hasta ahora, podemos observar que se suele tratar este tema a base de noticias llamativas y sensacionalistas, llegando a mostrar en la mayoría de ocasiones la impresión 3D como una herramienta lejana, del futuro.

Otros, sin embargo, dan por hecho que la impresión 3D ya está integrada en el mundo de la moda y que dentro de muy poco todos iremos vestidos con tejidos impresos en 3D o que imprimiremos nuestra propia ropa en casa tan sólo unas horas antes de utilizarla.

Moda e impresión 3D

Vamos a tratar de delimitar, en primer lugar, en qué medida la impresión 3D forma ya parte del proceso del diseño de modas y accesorios, así como de su fabricación, y también qué campos aún se le resisten a esta maravillosa tecnología dentro de un mundo tan complejo y cambiante como el de la moda.

Para ello, vamos a analizar las distintas áreas dentro del mundo de la moda y su interacción con la impresión 3D hasta la fecha, así será más fácil ver en qué punto del camino está cada uno en cuanto a la asimilación de dicna tecnología:

Joyería

Como ya contamos en su momento en el artículo aplicaciones para joyería de la impresión 3D, la joyería se trata de una de las áreas dentro del mundo de la moda en la que la impresión 3D ha pegado fuerte.

Además, ha aportado importantes mejoras en cuanto a reducción de costes, capacidad de producción en pequeños talleres y sustitución de moldes carísimos por otros hechos en 3D, por no hablar de la capacidad de personalización y customización que ofrece esta tecnología a cualquier pieza, ya que se puede usar un scanner 3D para escanear, por ejemplo, un dedo o un brazo, para luego hacer la joya totalmente adaptada a la fisionomía del cliente.

Además de todo esto, las piezas ya pueden hacerse en materiales finales, como ciertos tipos de plástico, o también se pueden crear los moldes necesarios para hacerlas en metales preciosos como el oro, la plata, etc. También existe ya software específico para esto, lo que facilita mucho el diseño para los creadores.

Podemos afirmar que en este campo la impresión 3D se ha asimilado de forma rápida y se ha asentado fuertemente en la producción de piezas, tanto a alto nivel como en talleres de producción más pequeños.

Ya hay muchas empresas con tienda online donde se pueden pedir por internet piezas fabricadas con ayuda de la impresión 3D, tanto piezas exclusivas para el cliente, como otras de tirada más larga.

Digamos que, cuando hablamos de joyería, la impresión 3D está siendo todo un éxito tanto en la producción como en el diseño de modas.

Os mostramos algunos ejemplos gráficos:

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Zapatos

En este ámbito de la moda, la impresión 3D prometía mucho a priori. Aunque a nivel de calzado deportivo ya hay algunas marcas, como Feetz o Adidas, que se han animado a hacer modelos íntegramente impresos en 3D, en cuanto a personalización bajo demanda aún está muy restringido a modelos muy exclusivos de tiradas limitadas o diseñados específicamente para algún cliente en particular, con el consiguiente sobrecoste que supone.

También está habiendo esfuerzos por parte de otras marcas de estilo «casual wear» para fabricar modelos con impresión 3D. Es el caso, por ejemplo, de Callaghan, que acaba de lanzar una línea de zapatos de estilo casual wear impresos en 3D que prometen una total adaptación al consumidor.

Pero ahí se queda. En cuanto a fabricación bajo demanda, de momento no se ha logrado una producción masiva del producto.

Por otra parte, en el diseño de modas, sí que ha habido diseñadores de calzado que se han atrevido con la impresión 3D, haciendo diseños muy visuales e impactantes e incluso alcanzando las pasarelas de la mano de firmas de calzado de renombre como Pascal Morand o Francis Bitonti. Este último, en colaboración con 3D Systems, ha lanzado incluso una línea de zapatos de alta gama llegando a desfilar por pasarelas como la de New York.

El problema, como podemos observar en la fotografías de modelos de zapatos con impresión en 3D, es básicamente que, por limitaciones de material (puesto que no hay ninguno aún que tenga la textura o calidades de la piel o materiales similares), la impresión 3D en estos zapatos se limita en su mayoría a las suelas, al tacón o la cuña, no pudiendo aún fabricar el modelo completo con esta tecnología.

Esto dependerá de cómo vayan evolucionando los materiales impresos en 3D, principalmente en la medida que consigan acercarse en similitud a la piel y sus propiedades.

Aún se nos queda algo lejano un futuro en el que sea habitual ver a personas andado por la calle sobre zapatos fabricados íntegramente con esta tecnología.

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Bolsos y otros accesorios

Con los bolsos, cinturones y demás complementos, ocurre algo parecido que con los zapatos. Actualmente, hay varias firmas que han sacado modelos exclusivos impresos en 3D, como Kipling o Pasquale Bonfilio, y la verdad es que se han conseguido piezas muy estilosas y llamativas como podemos ver en las imágenes que os mostramos un poco más abajo.

Sin embargo, la piel y sucedáneos siguen teniendo un lugar mayoritario tanto en la producción como en la venta, debido a su versatilidad, flexibilidad etc.

Aún así, en este segmento, las posibilidades son algo más claras, ya que un bolso no tiene por qué ser un accesorio con las garantías de comodidad que debe tener un zapato. Aunque, de momento, los bolsos impresos en 3D no es algo que veamos a menudo por la calle.

Al igual que en el punto anterior, hasta que no evolucionen los materiales impresos en 3D, puede que los bolsos impresos en 3D pasen por el mundo de la moda a modo de anécdota, o como algo curioso…

Hasta la fecha, sigue siendo mucho más barato comprar un bolso o cinturón de algún otro material similar a la piel que uno impreso en 3D. Aunque potencialmente, el de los complementos y accesorios, se trata de un sector que podría adaptarse al mercado de forma similar al de la joyería. Siempre con la consiguiente adaptación del producto a los materiales y la tecnología existente.

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Textil

Aquí es donde encontramos el gran escollo de la impresión 3D en el mundo de la moda, tanto en la fabricación como en el diseño de modas.

Como ya vimos, en la alta costura hay algunos diseñadores que han sucumbido a la impresión 3D y han hecho creaciones maravillosas, muy estéticas y bastante “ponibles”. También hemos visto a estrellas de la talla de Lady Gaga lucir modelos fabricados en 3D, al menos parcialmente.

Diseñadores como Noa Raviv, que se ha aliado con Stratasys para hacer realidad sus creaciones usando la impresión 3D, han dado buena muestra de ello. Os dejamos algunos ejemplos gráficos que dan buena muestra de lo logrado hasta ahora:

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Y es precisamente ahí en donde nos encontramos con los límites.

La impresión 3D se limita prácticamente al diseño de modas de alta costura, a modo de curiosidad y de impacto, pero no como tendencia a desarrollarse en el futuro a corto plazo ni para extenderse en las tendencias generales de los parámetros del sector.

Ha habido algunos casos aislados de diseñadores de ropa modestos que han decidido probar suerte y crear sus colecciones en su pequeño taller ayudados de impresoras 3D, con grandes dificultades técnicas y quebraderos de cabeza más que otra cosa. Ha sido el caso, por ejemplo, de la diseñadora Danit Peleg, que consiguió imprimir toda una colección a base de impresión 3D después de enfrentarse a toda clase de obstáculos e inconvenientes.

Así lo cuenta ella misma en su página web, donde explica todo el proceso que siguió y las grandes dificultades a las que se tuvo que enfrentar, principalmente de carácter técnico.

Desde un principio ya tuvo que cambiar de modelo de impresora, y posteriormente necesitó ampliar el número impresoras para imprimir tan solo unos cuantos modelos, además de tener que ir ensamblando pequeñas piezas para crear los modelos completos, debido al tamaño de los lechos de impresión que le permitían imprimir solo pequeñas áreas de “tejido”, que no olvidemos que no se trataba de otra cosa que de plástico, con sus consiguientes y particulares limitaciones.

Es muy loable el intento y, de hecho, esta diseñadora se ha dado a conocer gracias a esta gesta. Pero de ahí a vernos vistiendo de plástico o imprimiéndonos la ropa en casa, hay un abismo.

Por lo menos con la tecnología 3D existente a día de hoy esto no es posible de ninguna forma.

Impresión 3D para fabricación y diseño de modas textiles. Por qué no es el futuro:

Como hemos visto, son muchas las razones que nos llevan a negar la viabilidad y las promesas de los gurús de la impresión 3D que afirman que algún día diremos adiós a comprar la ropa en tiendas y que nos la imprimiremos en nuestra propia casa.

Los principales problemas son básicamente tres:

  • Es una tecnología que sale cara para diseñar ropa, sobretodo a nivel de tiradas de producción largas. Sigue y seguirá siendo más barato producir un vestido de tela en china o en cualquier otro país.
  • Es lenta. Al menos de momento. Son horas lo que se necesita para imprimir piezas de tejido que a lo mejor no superan los 50cms. cuadrados, y de ahí para arriba, dependiendo de la complejidad del diseño. Nada que ver con una tejedora industrial.
  • Limitación en los materiales: Ni es tela, ni piel, ni se parece a ninguno de ellos en textura, tacto o caída, lo que es uno de los puntos más flojos de la impresión 3D en los textiles.

Hasta la fecha, el material empleado es plástico, con las grandes pegas que esto conlleva: desde la limitación creativa que supone para el diseño de modas, pasando por la falta de transpiración del modelo sobre la piel, la falta de flexibilidad y de caída, hasta la imposibilidad de competir con la enorme variedad de texturas maravillosas que nos aportan los distintos tejidos que la moda pone a nuestra disposición:

  • encajes
  • tules
  • denim
  • algodón
  • rasos
  • piel…

la lista es interminable y sus posibilidades incomparables a las que ahora mismo nos aportan la impresión 3D y sus materiales.

Dicho todo esto, si queremos albergar algo de esperanza para que la impresión 3D dé el gran paso en la fabricación de ropa, tenemos que ser conscientes de que esto será así solo en el caso de que las impresoras puedan llegar a imprimir tejidos parecidos a los que usualmente conocemos y vestimos.

Sin duda, eso supondría una revolución palpable en el mundo de la moda, aunque seguirá teniendo la dificultad de competir con la producción textil tradicional, mucho más barata. Y en cuanto al diseño de modas, no aportaría ninguna novedad.

Por ello, la impresión 3D, aún en el mejor de los casos, seguiría perdiendo la batalla en la producción para consumo masivo.

Sin embargo, a nivel de producción exclusiva y personalizada, sí nos podríamos imaginar un escenario en el que nos podamos “escanear” en 3D, mandar nuestro modelo biométrico por internet a una empresa, y que ésta nos fabrique con impresión 3D un vestido hecho totalmente a medida que, por supuesto, nos sentaría como un guante. Eso sería fantástico.

De momento, volviendo al presente, aún queda mucho tiempo por delante durante el que la impresión 3D en la moda no saldrá de la alta costura, o de áreas bien delimitadas como la joyería o ciertos accesorios. +

Tampoco podemos esperar que la ropa impresa en 3D vaya a conseguir llenar nuestros armarios y, ni mucho menos, dejaremos de comprarla en tiendas para imprimirlas en nuestra propia casa.

A todas luces, eso no va a pasar.

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