Tras confirmar durante este año – incluso a pesar del volumen de venta de impresoras “de escritorio”- el fracaso de la impresión 3D como producto aspirante a electrodoméstico estándar, vemos cómo la fabricación aditiva está en un potente crecimiento del 35%, alcanzando los 5 billones en el mercado y abriéndose camino como un gas.
Implacable, la fabricación aditiva se expande por todo el espacio disponible.
No hay gran novedad en realidad, nada que no esperásemos. El punto de inflexión ha pasado, y las tecnologías de fabricación aditiva tienden a ocupar todo el espacio disponible en la fabricación, de forma sólida y, mirando en retrospectiva, sensiblemente rápida.
El gas fue totalmente liberado entre 2013 y 2014, y la expansión del mismo (que sólo ha empezado) alcanza cada rincón de la creción de objetos – rincones inexplorados incluídos – de forma lenta pero sostenida, con el metal, quizá, como principal protagonista de este año.
La fabricación aditiva comienza a mostrarse cada vez más eficiente, versátil y rápida, en cada vez más materiales y las aplicaciones crecen a velocidad cegadora, rompiendo sus límites cada semana.
Buenas noticias
A los activistas de mercado nos parecen buenas noticias:
la fabricación reduce su coste, la investigación explota en posibilidades, y numerosos sectores se benefician pudiendo realizar acciones impensables hace pocos años.
Es decir: una producción cada vez más distribuída, menos centralizada. Cada vez más gente tiene acceso, y a menor coste, a fabricar cosas que antes requerían millones de inversión previa.
Cada vez más gente puede aprender y ponerse en posiciones de mayor valor en la cadena.
El crowdfunding permite financiarse sin transferir propiedad de la empresa y da sentido a la producción directa. Y eso permite, encima, que grandes masas de capital queden liberadas para viajar a proyectos de mayor valor. Todos contentos, salvo que alguien tenga ganas de perder por hacer perder a un enemigo más o menos imaginario.
Todos contentos, salvo que alguien no quiera mejorar si eso supone hacer mejorar a su rival, más o menos imaginario.
Que luego los inversores escojan bien dónde entrar es otra historia, pero la parte dura del trabajo ya se la hemos hecho ?
O sea, que Internet funciona. Ya hemos celebrado el cuarto de siglo de web, aunque aún haya quien crea que hay avances tecnológicos que están a salvo de la explosión de la conectividad y la colaboración.
Pues no. No los hay. Ningún plano, sistema o material están a salvo.
Y a la explosión de la conectividad digital, la fabricación digital aditiva en apisonadora evolución le sienta como un guante. Insisto:
Internet + Fabricación aditiva = Producción distribuída.
Como ya comentábamos, la idea de la impresión 3D en casa para todo viva la autarquía Do-It-Yourself no es sólo una idea fracasada, sino condenada a estarlo. Una idea que es a la vez fruto de la ilusión de algunos, de la avaricia de otros y, ante todo, del simple y llano desconocimiento por parte de todos de cómo funciona el desarrollo económico y tecnológico humano.
Pero lo importante de ella, lo que queda, es la investigación distribuída: más y más personas pueden investigar, probar materiales, desarrollar diseños y soluciones, repensar conceptos, y siempre con un coste menor que el de la industria tradicional.
Es difícil no ver cómo emerge un nuevo tipo de artesano digital, más similar en su ejecución – en su comprensión y ética del trabajo, incluso – al artesano pre-industrial que al ingeniero como pieza de la maquinaria de gran escala.
Ni el artesano fue plenamente sustituído ni la industria desaparecerá a manos de pequeños talleres. Pero tenemos más opciones para más gente.
Mientras, la prensa comienza a escribir cosas de mayor enjundia, y, guste o no, las armas impresas en 3D (no hace falta una impresora 3D para hacer armas caseras) ayudaron a la gente a entender mejor las posibilidades de la tecnología.
Entre 2011 y 2013 el crecimiento de la industria fue de un 32,2% y entre 2013 y 2015 fue de un 31,5%. Difícil nombrar una industria que crezca con mayor fuerza.
Pero lo importante es que detrás de este crecimiento hay muchísimo más desarrollo, innovación y soluciones que tras otros crecimientos.
Graves errores se cometen durante las revoluciones
Graves y caros, además. Desde la pequeña imprenta que compra una máquina inadecuada hasta el autónomo que trata de iniciar un negocio al desembalar su nueva impresora 3D de unos pocos cientos de euros.
Pero también se equivoca la inmensa y presuntamente infalible industria, comprando máquinas carísimas que terminan sirviendo para apoyar escobas y guardar trastos o hacer velas carísimas.
Se equivocan los gobiernos al implantar inmensos centros de prototipado sin un plan de mercado y/o investigación. Se equivocan los inversores al financiar la enésima Súper Impresora Barata. Pero, por suerte, eso está también remitiendo.
El mundillo está viviendo la resaca de la sobreexpectación – el famoso hype – del bombo publicitario, y la desorientación provocada por demasiadas noticias anunciando un futuro de corbatas impresas mientras algunas aplicaciones salvan ya vidas.
Estos últimos cuatro años, desde 2012, han estado llenos de excitación, inversión, promesas, investigación. Pero también comercializaciones dudosas, empresas y franquicias rozando o traspasando el engaño, malentendidos, desinformación en los medios, e incluso en eventos profesionales.
Como no todos se van a parar y poner a analizar detenida y sistemáticamente en qué está ocurriendo realmente, ya nos ponemos nosotros.
No se preocupen, les evitaremos esos carísimos errores que se producen cuando hay revoluciones tecnológicas. No nos gustan los bálsamos de fierabrás, aunque tengan láseres y usen polímeros chulísimos.
Tras el fracaso de la impresión 3D queda la fabricación aditiva
Queda, por tanto, el camino algo más despejado para los auténticos cambios. El tsunami de las impresoras de escritorio se ha quedado en un crecimiento normal de su uso. Pasemos a la tecnología de verdad.
El segmento del metal continúa con un crecimiento impresionante, rompiendo todas las barreras y abaratando costes.
La tecnología puede producir ya piezas que encajan perfectamente con procesos de fabricación “convencionales” mientras generan procesos nuevos.
Diseños innovadores unidos a la impresión 3D de metal y su capacidad para producir estructuras complejas permiten a los creadores plantearse retos de ciencia ficción. Muchos fabricantes entraron en este segmento en 2015 y están por aparecer, probablemente, los más potentes.
No es este el post para analizar más en detalle el resto de segmentos – darnos un par de semanas y os sorprenderemos -, pero baste decir que la velocidad de fotopolimerización, deposición de plástico y otras tecnologías avanzan, descendiendo de coste y explotando en posibilidades.
Quienes trabajamos en esto nos encontramos ahora mismo en el eje de una cantidad apabullante de innovación, y tenemos la oportunidad de ver muchas miradas emocionadas, y responderlas con la misma emoción.
Nunca antes por tan poco se tuvo acceso a tantas y tan potentes herramientas de diseño, desarrollo de producto y fabricación.
Cada día nos llegan ideas impactantes que no hace mucho, simplemente, no se podían desarrollar.
Por eso, cualquiera que quiera mejorar su entorno, – y, teniendo internet, el de la otra punta del globo está a veces aún más cerca que tus vecinos – debe saber que nunca antes tuvo mayores posibilidades de mejorar cosas reales, a veces a pesar de todo.
Cosas de las que la gente usa y de las que le importan sin necesidad de inmensos – y, perdóname, pero como mínimo dudosos – esfuerzos intelectuales. Cosas que importen.
Si no te gusta cómo se hace algo, cómo impacta en el medioambiente, cómo la gente lo ve o lo consume, o incluso el significado que traslada…
Remángate y cámbialo.
Comprende el nuevo entorno en el que estás, plantéate cómo quieres hacer las cosas y cómo no.
Y actúa. Crea cosas que transporten tus valores, que signifiquen cosas reales pero diferentes, que otros necesiten aunque no lo sepan. Repito: cosas que importen.
Porque la tecnología te está dejando ya pocas excusas, y sólo estamos en los primeros compases de esta nueva revolución industrial 😉
Me gusta tu fuerza al transmitir el tema. Muy claro. Gracias.
Coincido plenamente.
Saludos