La mayoría de los aparatos electrónicos que se fabrican hoy en día suelen tener un tiempo de vida útil limitado, y llegado el momento estos comienzan a deteriorarse parcial o totalmente.
Esto suele ser debido a que alguno de sus componentes se ha deteriorado o que la eficiencia de estos ha ido disminuyendo con el tiempo. A esto se le llama obsolescencia, y en este artículo hablaremos de cómo esto afecta a la impresión 3D.
Un claro ejemplo de este término lo podemos encontrar en los terminales móviles, los cuales llegados al año o año y medio (algunos incluso menos) suelen empezar a dar problemas de rendimiento, la duración de las baterías desciende considerablemente, empiezan a calentarse o incluso dejan de funcionar.
¿Cuál es la causa?
Esto es debido a que, para abaratar los equipos, se utilizan materiales de peor calidad que tienen un ciclo de vida menor consiguiendo que finalmente no funcionen adecuadamente y nos veamos obligados a comprar uno nuevo, con el consiguiente desembolso y daño al medio ambiente que ello conlleva.
En la mayoría de casos por culpa de un componente de nuestro aparato que si lo cambiásemos o hubiesen puesto uno de mejor calidad solo hubiese supuesto un coste de unos pocos céntimos.
Otra cosa que suele pasar llegado un cierto tiempo es que los propios fabricantes de esos aparatos dejan de proporcionarnos consumibles o soporte técnico para el mismo.
De esta manera los fabricantes de estos aparatos garantizan que antes o después el mismo consumidor que una vez desembolsó su dinero en la compra de un producto, pasado un tiempo lo vuelva a hacer.
Ya decían nuestros padres que antes las cosas estaban mejor hechas y duraban más.
¿Obsolescencia en la Impresión 3D?
La fabricación aditiva, a pesar de ser todavía una tecnología joven y emergente, no está exenta de estos problemas. Al estar en continuo crecimiento se van desarrollando nuevas impresoras y tecnologías que dejan a sus predecesoras anticuadas y obsoletas.
Ya podemos encontrar algunas grandes empresas que han dejado de suministrar el material necesario para imprimir con sus máquinas (ya que la mayoría de grandes marcas utilizan consumibles propios para garantizar una buena calidad de impresión) y por lo tanto esas máquinas, que en su momento tuvieron un precio de adquisición alto, se han acabado convirtiendo en un bonito armario de diseño.
Un ejemplo reciente lo tenemos con Stratasys, que ha dejado a los usuarios de sus primeros modelos sin poder imprimir con sus máquinas de tecnologías FDM y PolyJet debido a que ya no suministran el material necesario para imprimir con ellas, y ahora a estos no les queda otra cosa que resignarse, ya que han perdido la única oportunidad que tenían de obtener el material necesario para imprimir.
Por ello, suele costar fiarse de aquellas marcas que hacen que sus máquinas solo puedan utilizar sus consumibles exclusivos y que no tienen pensado que entre ningún posible competidor a este mercado, aunque también podemos ver equipos con más de 15 años de funcionamiento que continúan teniendo soporte por parte de sus fabricantes y siendo utilizados para fabricación profesional o industrial.
En vista a esto me gustaría mencionar las impresoras 3D de HP, las cuales han dejado abierta la posibilidad de que otras empresas entren a fabricar materiales de impresión para sus máquinas, haciendo no solo que haya una gran variedad de materiales para imprimir, sino que también estos sean más baratos, un punto positivo para HP.
¿Están exentas las impresoras caseras?
La mayoría de impresoras caseras no suelen tener un material propio por lo que no solemos tener problemas con que nuestro distribuidor habitual deje de suministrarnos material. Y en el caso de que la tengan, son fácilmente “hackeables” para utilizar cualquier tipo de filamento.
Lo único que nos podría preocupar en estos casos es que alguna pieza se acabe rompiendo o desgastando.
En este tipo de impresoras uno de los elementos críticos es el extrusor, ya que después de muchas horas imprimiendo, si no lleva un buen mantenimiento este puede acabar atascando, quemando algún componente debido a la temperatura o desgastar algún componente.
Por ello en estos casos, una buena solución a la hora de comprar una impresora casera es dedicarle unos minutos de investigación para comprobar que muchos de los componentes del extrusor son sustituibles por componentes que podemos encontrar en cualquier tienda online relacionada con la impresión 3D.
En el caso de las impresoras DIY (Do It Yourself) el problema suele ser más bien debido a la fiabilidad de las mismas para dedicarlas a producción profesional, ya que en su gran mayoría acaban teniendo fallos que estropean la impresión, o requieren de un alto conocimiento en el manejo de las mismas para poder imprimir con ciertas garantías, lo que imposibilita que estas puedan ser utilizadas por varias personas en un mismo departamento y obligan a que siempre se requiera personal con conocimientos técnicos que pueda reparar sus fallos.
¿Cuál es nuestra impresora ideal?
A este efecto no solo necesitamos saber si la tecnología o el equipo escogido cumple con todas nuestras exigencias, sino que además necesitaremos saber cual será el coste de mantenimiento durante los primeros 5 años en los que debemos amortizarlo, y obviamente qué tipo de atención nos dará la marca una vez que ese periodo haya finalizado, coste de los recambios, precio de las horas de mano de obra, disponibilidad de técnicos con conocimientos para repararlo en las inmediaciones, errores comunes y soluciones a los mismos y un sinfín de datos que solo se pueden conseguir entrevistando a distintos profesionales con años de experiencia en su uso.
Pero, ese servicio de asesoramiento independiente no es difícil de conseguir ni algo tan caro que solo se lo pueden permitir grandes industrias.
Lo más habitual es que no tenga un coste mayor al de los consumibles que gastaremos mientras aprendemos a utilizarlo, por lo que os puedo asegurar que es una inversión amortizada a muy corto plazo.
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