Hoy hablaremos de materiales de construcción “vivos” gracias a la impresión 3D, un tema que estoy segura que dará mucho que hablar en el futuro.

Durante mucho tiempo la naturaleza ha impuesto una serie de limitaciones en el área de la construcción. Pero, al mismo tiempo, nos ha servido también como una gran fuente de inspiración que continuamente redescubrimos y que no debemos pasar por alto.

Diseños biofílicos: diseños inspirados en la naturaleza

Los diseños que se inspiran en procesos de la naturaleza para crear nuevos diseños se llama diseños biofílicos y, a diferencia del “diseño verde” que intenta dañar lo menos posible el medio ambiente, el diseño biofílico intenta emular los mismos procesos de la naturaleza por los que ésta consigue sobrevivir.

Por ejemplo: cuando plantamos una semilla, de ésta sale un árbol entero. Ese árbol no solo se compone de su copa sino que también de sus raíces, de las que se nutre y gracias a las que sobrevive. Cuando se le rompe una rama, él mismo se autorrepara.

Haciendo un ejercicio de imaginación, esta capacidad propia de la naturaleza nos puede llevar a plantearnos una interesante pregunta… ¿podríamos llegar a crear una casa semilla?

¿O al menos una casa que se comporte de forma que pueda llegar a ser capaz de repararse a sí misma de modo parecido a como un árbol hace?

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Ahora mismo no somos capaces, pero cuestionarnos esto está llevando a muchos científicos a ver la naturaleza como una fuente de inspiración práctica a la hora de inventar nuevos materiales “autorreparables”.

Una de las formas con que se está pretendiendo crear materiales de construcción capaces de interactuar positivamente con el medio ambiente, es utilizando materiales orgánicos como células de plantas como base.

Por desgracia, la mayoría de las veces el mismo proceso empleado para convertir la materia prima orgánica en material de construcción crea daños irreparables en dichas células, haciendo que el material orgánico pierda sus capacidades naturales.

Las investigaciones con nuevos materiales de construcción

Y ahí es justo cuando la impresión 3D llega al rescate, proporcionando nuevos métodos para trabajar con las células sin que éstas se dañen, y abriendo todo un abanico de posibilidades para la creación de diferentes tipos de materiales orgánicos.

En este sentido está trabajando ya la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa estadounidense (DARPA). Su objetivo es investigar las posibilidades de nuevos materiales de construcción totalmente innovadores, con capacidades para crecer y responder al medio donde se implanten.

La línea de investigación está centrada en la creación de materiales estructurales de ingeniería que puedan hibridarse con sistemas celulares, dando lugar así a materiales “vivos” que respondan al ambiente que les rodee.

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Estos materiales de construcción potencialmente también podrían repararse a sí mismos, desprenderse de tierra o escombros, o incluso permitir que un techo “respirase” controlando así el flujo de aire de un edificio.

Un futuro prometedor

Imaginaos unos materiales que pudieran hacer que una casa echara “raíces”, como hacen los árboles, en caso de que la azotaran los fuertes vientos de una tormenta tropical. O que una bacteria del suelo de un parking pudiera “comerse” las manchas de aceite que dejan los coches. O quizás una ventana que pudiera autorrepararse después de un impacto.

DARPA está investigando para que todo esto pueda hacerse realidad pronto.

Las limitaciones presupuestarias actuales del Departamento estadounidense de Defensa para hacer este tipo de investigaciones están ralentizando el proceso, pero pese a eso sus investigaciones han sido continuamente una fuente innovaciones que han acabado teniendo un elevado impacto en la vida civil (piensa en el GPS o en Internet, por poner dos ejemplos relevantes).

Ciertamente, no podemos esperar que vayamos a utilizar este tipo de materiales enseguida, pero viendo la rapidez con la que se están desarrollando estos avances tecnológicos gracias a la impresión 3D, quizá sí sea posible que nuestros niños puedan disfrutar de estos nuevos materiales de construcción biofílicos en un futuro no tan lejano.

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