No mucho tiempo atrás se decía que todo el mundo tendría una impresora 3D barata en casa y que sería el nuevo electrodoméstico que todos tendrían junto al microondas o junto a la lavadora.

Nada más lejos de la realidad, a día de hoy son pocos los que realmente tienen una impresora 3D en casa y muchos menos los que realmente le dan un uso.

¿A qué se puede deber el abandono de esa tecnología que tanto prometía?

Es cierto que la impresión 3D o fabricación aditiva está avanzando a pasos agigantados al igual que el resto de tecnologías que forman el conjunto de industria 4.0.

 

¿Pero está lista para entrar en nuestros hogares?  

La mayoría de personas que actualmente que disponen de una impresora 3D en casa proceden de perfiles estudiantiles de ramas como la ingeniería, diseño industrial, arquitectura o modelado 3D, los cuales suelen contar con equipos ensamblados por sí mismos que acaban dando mucho trabajo de calibrado y puesta a punto para conseguir un correcto funcionamiento.

Existe un rasgo característico a destacar que tienen en común los anteriormente mencionados es que todos saben modelar en 3D, del cual hablaremos más adelante.

Actualmente la mayoría de impresoras económicas que encontramos en el mercado requieren de mucho esfuerzo y dedicación para su puesta a punto, por poner un ejemplo, por cada cuatro horas de impresión, uno de estos equipos suele requerir al menos una hora de mantenimiento o reparación como media.

Es por ello que suele merecer la pena gastarse algo más de dinero en una impresora con mayor calidad y con un buen soporte técnico, que garantice unas prestaciones mínimas de calidad.

Pero da igual lo buena o cara que sea la impresora, igualmente seguirá necesitando cierto mantenimiento ya que por ahora la definición que más se ajusta a una impresora 3D es el de máquina herramienta y no electrodoméstico.

 

¿Quién diseña?

Existe otro público objetivo de los fabricantes de impresoras domésticas con un grado técnico más bajo, a los cuales se les ofertan estos equipos con el pretexto de poder fabricar todo lo que se les ocurra.

La intención de los que venden estas máquinas es que con ellas puedas imprimir cualquier pieza que se te haya roto o que quieras personalizar, pero a la hora de la verdad ¿Quién diseña esas piezas?

Es cierto que hoy en día existen muchas páginas donde poder descargar diseños hechos por otras personas de forma gratuita como thingiverse o myminifactory entre otros.

Ahí podemos encontrar multitud de diseños de todo tipo, desde un muñeco de nuestra serie o película favorita  hasta cualquier elemento decorativo ideal para poner encima de la mesa.

El problema entra cuando lo que necesitamos es arreglar, por ejemplo, el tirador de la puerta de nuestro frigorífico el cual después de varios años de uso se ha roto y obviamente resulta bastante frustrante tener que comprar un nuevo frigorífico  por una pieza que mediante impresión 3D apenas te costaría 5€.

Entonces,  ¿Quién diseña el tirador?

En este caso, es muy difícil que lo encontremos por internet a no ser que alguien con exactamente el mismo modelo de frigorífico al que casualmente también se le haya roto esa pieza, haya decidido compartir su diseño, lo que resulta bastante improbable.

Existen también algunas páginas o softwares gratuitos que nos permiten hacer nuestros propios diseños de forma intuitiva o dicho de otra manera, que son bastante fáciles de aprender a usar.

El problema de estos softwares es que tienen herramientas limitadas, aunque para realizar diseños sencillos son ideales.

 

¿Y una vez que tenemos la máquina ahora qué?

¿Cómo imprimimos? ¿Con qué material?

Pues la respuesta no resulta sencilla, ya que la mayoría de impresoras que se venden no incluyen un software específico para dicha impresora y nos tocaría familiarizarnos con ciertos términos como retracciones, velocidad de extrusión o ventilador de capa, los cuales tendremos que ajustar en función del material y de la máquina para poder llegar a tener una impresión acabada.

Igualmente con los softwares creados por los propios fabricantes tendremos que  aprender términos como altura de capa, relleno o temperatura de extrusión, que no servirán para calibrar la impresora, sino para tener un acabado superficial con mayor o menor detalle.

Debemos entender que si queremos tener una impresora 3D en casa merece la pena desembolsar un poco más de dinero para conseguir una impresión de calidad.

Pero igualmente necesitaremos un periodo de aprendizaje para poder hacernos a la impresora, y en el caso de que la queramos para algo más que imprimir muñecos y figuras decorativas que podamos descargar de cualquier base de datos online necesitamos tener ciertos conocimientos de diseño o estar dispuestos a dedicar un tiempo para aprenderlos.

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