La joyería es uno de los sectores en los que mayor valor está aportando la impresión 3D. En los últimos años, la fabricación aditiva está sustituyendo a la tecnología CNC (fabricación sustractiva) en la materialización de los prototipos en cera y resina que se usan para el desarrollo de joyas, permitiendo los finos y detallados acabados necesarios, la calidad superficial y usando materiales con la necesaria tolerancia.

No sólo reduce los costes y tiempos de diseño, sino que amplía las posibilidades del propio diseño, haciendo realidad en pocas horas y con un coste reducido prototipos que hace un tiempo hubieran sido casi imposibles de realizar al modo tradicional.

Los orfebres experimentados pueden dar formas antes impensables al metal final, apoyados en nuevas fórmulas de diseño. Pueden producir mejor, más rápido, a más bajo coste y mejores y más diversas piezas finales.

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La inversión necesaria para conseguir esto se ha reducido drásticamente en los últimos años, permitiendo materializar a bajo coste la mayoría de los prototipos con máquinas de escritorio, ampliando la capacidad de las impresoras de gama media para conseguir mayores producciones y tamaños, o habilitando en la gama alta a cualquier taller para altas producciones y servicio a terceros.

Pero no sólo la fabricación de las piezas en cera, sino el propio proceso de diseño se ve apoyado por la tecnología 3D permitiendo la ingeniería inversa y el trabajo a partir de formas recogidas mediante escáneres de precisión.

Hemos podido comprobar en el mercado cómo tanto las empresas del sector centradas en el modelo tradicional de negocio como las más orientadas a modelos nuevos o rompedores encuentran la clave de la competitividad de manera mucho más sencilla al contar con una tecnología que reduce costes, tiempos y libera las posibilidades hasta el límite de la creatividad de los profesionales.

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